Artistas y sus Materiales: Bororo

Entrevista a Bororo: “El arte es lo más cercano a la libertad”

En esta entrevista, Natalia conversa con Bororo, referente de la pintura chilena contemporánea, sobre sus inicios, su trayectoria y su manera de entender el arte como un espacio de libertad.

N: Cuéntanos sobre tus comienzos como artista.

B: Comencé a pintar desde chico: hacía historietas, cómics, películas… me gustaban los monos animados. Después, cuando entré a la universidad, primero postulé a Ingeniería Mecánica; estaba bien perdido. Al año siguiente postulé a Artes y me cambió la vida… quedé. Tenía un puntaje malo, pero quedé. Ya me sentía como un Monet.

Empecé de a poco, ya que no tenía talento para dibujar, pero sí muchas ganas. Tenía un tío que enseñaba artes, él veía algo en mí y se lo comentó a mis padres. Después de la universidad me costó un poco porque la crítica era dura conmigo, pero tuve la fortuna de inventarme una frase que era: “el mundo está equivocado, no yo”.

N: Bueno, pero a fin de cuentas, la generación con la que trabajó creó algo muy distinto a lo que se estaba viendo en Chile en ese momento, algo fuera del canon, fuera de la academia.

B: Claro, en esa época fue despertar la posibilidad de que el arte se pudiera liberar de los dogmas. Aunque no hubo una real intención de nuestra parte, lo que queríamos era dejar atrás el hermetismo de los conceptuales de ese tiempo.

Yo empecé a pintar cuando Nelly Richard dijo: “La pintura ha muerto”, y le respondí a ella misma: “¿Qué hago, si empecé a pintar ayer?”. “Arréglatelas”, me dijo.

N: Entonces, ¿había una sensación de reinventar la pintura de alguna forma?

B: Fue algo que se dio. Sin ser consciente de ello, yo dije: “voy a seguir como se pueda”. Nunca dudé en seguir mi camino, siendo que era bien torpe y me faltaban condiciones. Tuve muy buenos profesores que me alentaron mucho a continuar la carrera, porque podría haber quedado fuera el primer año. La universidad es muy oficiosa, y yo no tengo oficio. Por ejemplo, Matilde Pérez fue una de mis profesoras y era cinética. Admirable su orden, pero un trabajo así no es lo mío.

(Croquis preparatorio de Matilde Perez)

N: ¿Cómo describirías la técnica que utilizas en tu trabajo? ¿De dónde sale?

B: Sale del alma. Nunca aprendí técnica, solo aprendí a dibujar. En el último año de universidad te toca destapar ideas, y eso seguí haciendo.

N: ¿Qué producto no puede faltar en tu taller?

B: Los pinceles y pintura acrílica.

N: ¿Por qué eliges, en particular, la pintura acrílica Golden?

B: Golden es ideal. Elijo Golden por la calidad, no por el precio.

N: ¿Qué colores no pueden faltar en tu paleta?

B: El color verde y rojo son la pareja de colores que tengo de siempre. La teoría del color que uso para abordar mi pintura es la que se aprende en kindergarden: colores primarios y secundarios. Eso me marca hasta el día de hoy, junto con la luz y la sombra, lo clásico de la pintura antigua.

N: Siento que tu pintura tiene un tema con la perspectiva y la dimensionalidad.

B: Sí, eso empezó con una pintura. Hice un cuadro de un tipo en un baño, y cuando quise hacer los azulejos, primero traté de usar mis conocimientos de perspectiva. Entonces, me frustré y simplemente inventé la perspectiva. Desde ese día comencé a imaginar los puntos de fuga. No son simétricos ni muy pensados, pero sí es un elemento vital.

Había gente que decía que, por ello, tenía influencias de Matta. Nemesio Antúnez dijo que, a diferencia mía, Matta es único; su pintura viene del cosmos, del universo, es un tipo que amplió el espectro totalmente.

N: Al salir de la universidad fue profesor por un tiempo, ¿cómo fue esa experiencia?

B: Claro, salí de la escuela y el maestro Rodolfo Opazo me dijo que debía seguir en la academia haciendo clases. Yo le dije a Rodolfo: “¿Cómo voy a hacer clases yo?”

Me gustaba ser profe, pero no tenía la capacidad de enseñar, ¡si apenas dibujaba yo! Rodolfo confió en que yo podía ser profesor y entregar lo que yo sabía: la experiencia. Así que fui profesor de primer año durante un tiempo y luego de cuarto año, el año en que todos se vuelven locos.

N: ¿Hay alguna técnica que te gustaría aprender?

B: Ninguna. No porque lo desprecie, sino porque no tengo el hábito de leer.

N: Cuéntanos sobre la pintura en la que trabajas actualmente.

B: La misma siempre, porque siento que en cada cuadro se puede descubrir algo, y eso es bueno para no quedarse pegado. Cuando pinté una cazuela, todos me decían que pintara platos de comida y lo intenté. Luego hice unos porotos con rienda; me quedaron bien, pero otros mal. Era por la venta.

Había tenido tanto éxito, pero yo era más que eso. Tenía que seguir mi propio instinto, y de hecho, así es como he formado mi carrera. Yo pasaba como “el que todo le daba lo mismo” y no me arrepiento. Estuvo bien mi actitud, porque todos los conceptuales eran lo contrario a eso. El arte es lo más cercano a la libertad, y ellos trataban de ponerte leyes, cuando yo suponía que la obra hablaba por sí sola. La actitud que tuve, junto a mi generación, y algo en lo que todos coincidimos, es que había que pasarlo bien. Eso no significa que no trabajáramos: estábamos en el taller de 8 a.m. hasta 9 p.m., nos quedaba la mano negra.

N: ¿Qué consejo le darías a los nuevos artistas?

B: Que si quieren estudiar arte, que lo hagan, y que le pongan todo el color. Es obvio que la carrera de artes te va a dar un futuro más bien incierto, pero siempre es positivo porque te puede ir bien o te puede servir para otra cosa. Siempre es una experiencia buena.

N: ¿Qué artista nos recomiendas?

B: Samy Benmayor.

N: ¿Qué tienes que decir sobre la tienda Color Animal?

B: Color Animal superó la cantidad de materiales en comparación con otras tiendas en su época y hasta hoy. Fue buena la aparición de la tienda porque aparecieron materiales mejores y surtidos. Antes de eso, no había mucho que escoger.

N: ¿Cómo gestionas los períodos en los que no estás trabajando activamente en una exposición? ¿Hay alguna exposición futura?

B: Por ahora no hay exposiciones, ya he hecho varias. Actualmente estoy pintando en el sur, tengo un taller que no tiene ventanas, así que cuando paro de pintar salgo y me sorprendo con el paisaje. Si fuera por mí, me quedaría allá. Siempre me ha gustado la soledad para concentrarme.

Me la jugué por vivir de la pintura hace unos años. He sido un poco desordenado, pero dio resultado y tengo el privilegio de hacerlo en un país en que no todos los pintores viven del arte.

La entrevista con Bororo deja en claro que, para él, la pintura es una forma de vida y un ejercicio de libertad constante. Sus palabras transmiten la energía y autenticidad que caracterizan tanto a su obra como a su trayectoria. Todas las fotografías que acompañan este relato fueron tomadas por Natalia en el taller del artista, capturando de cerca el espacio íntimo donde nacen sus creaciones.

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